En general cuando se discuten los enfoques, los contenidos y la orientación de una carrera universitaria aparece rápidamente un límite digamos, objetivo: para agregar aquello que se considera ausente o débilmente abordado se necesita, si es que nuestro aporte tiene algún viso de seriedad y madurez, pensar en cuales serán los enfoques, contenidos, u orientaciones que deberán salir silbando bajito del plan de estudios y de los programas de las materias.
¿Y porqué decimos esto? ¿Porqué la necesidad de abordar el problema de un trabajo social sin Historia en nuestra carrera? ¿ Porqué no es suficiente con Sociedad y Estado del CBC?
Solo quienes reptan en los pantanos del posmodernismo más pútrido pueden plantear que el trabajo intelectual, la reflexión sobre los problemas del hombre en sociedad se encuentra escindido del curso general de la historia de las sociedades. Vamos con los ejemplos extremados: Ni Keynes ni Freud eran “niños burbuja”, aislados de las contingencias de la sociedad escribiendo por amor al arte teorías límpidas de toda influencia socioeconómica. De hecho fueron profundamente influenciados por los problemas que les resultaron contemporáneos, las guerras interimperialistas y la crisis sistémica que se avecinaba por un lado y la maduración del sujeto (y su psiquis, ya a esa altura en crisis) en la sociedad burguesa por otro.
Y si hay quien pueda defender, aun a riesgo de caer en el ridículo, lo fútil de incluir lo histórico a la hora de aprehender la producción intelectual en Economía o Psicología cuando es el caso de la carrera de Trabajo Social creemos que se vuelve imposible.
En primer lugar porque el nacimiento y la maduración del quehacer disciplinario están anclados profundamente en los cambios ocurridos en los modelos de acumulación capitalista, de los resultados de la lucha de clases y, por consiguiente, del perfil asumido por el Estado; la definición de que es el Trabajo Social fue cambiando Vis a Vis con estos procesos históricos.
En segundo lugar resulta imposible separar lo histórico de lo intelectual en esta disciplina por una característica intrínseca al Trabajo Social: Es, de las Ciencias Sociales, la que se plantea con mayor ahínco el romper con las barreras entre teoría y práctica, la que intenta reconstruir el puente entre la abstracción teórica y la ubicación del cuerpo en el terreno de lo social, lo económico, lo político… lo Histórico. El trabajador social se encuentra cruzado y modificado en su práctica (y por lo tanto en sus reflexiones) por disposiciones jurídicas, cambios económicos, procesos de lucha emancipatoria, etc.
En tercer lugar y relacionado con lo anterior es que el estudio del contexto de producción de la/s teoría/s en el Trabajo Social se vuelve algo ineludible si pensamos que cada intelectual está discutiendo no solo con sus pares (y como nos gustaría que cada texto en cada materia pudiera ser ubicado como lo que es: una línea más en un dialogo, en un debate, en un combate intelectual y político) sino también con proyectos sociohistóricos que resultan antagónicos y que superan por mucho el ámbito de las aulas de esta facultad y de lo universitario en general.
Estudiar al texto y al autor presentados por la cátedra sin una ubicación histórica cabal (no una que podamos sacar de Wikipedia), e incluso relegar la reflexión sobre los procesos socioeconómicos a un par de escuálidas materias es pensar a la disciplina y las Ciencias Sociales con el mismo prisma de aquellos que piensan a la explotación del hombre por el hombre como un hecho de la naturaleza, y a esta sociedad como inmutable. Al Trabajo Social lo queremos pensar justamente como una herramienta de transformación, convidada a comparecer y a aportar en la construcción de un mundo que valga la pena ser vivido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario